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Como es natural, A lo largo de nuestra vida hay personas que vienen y se van, otras que se quedan… y luego están las que aparecen (o reaparecen) cuando estamos preparados y cambian nuestro mundo para siempre.
Lo de Bárbara y David, como diría Sabina, «Fue en un pueblo con mar, una noche, después de un concierto». Para ser más concretos, tuvo lugar en Carballo -que cuenta con unas playas increíbles-, efectivamente, una noche, durante un concierto de Café Quijano y mientras sonaban los acordes de «Robarle tiempo al tiempo» (lo sentimos Joaquín, esperamos que no te disguste). Pero esto solo es una parte muy pequeña de su historia. Para comprender qué terminó por unir sus caminos, tenemos que hacer un flashback…
Años atrás, en una boda -Bárbara asistiendo como invitada y David trabajando en ella- fue el mar quien propició un acercamiento entre ellos. En concreto, una bandeja caliente de almejas que David hizo aterrizar encima de la chaqueta del padre de Bárbara. Para que luego se cuestione si los moluscos son afrodisíacos… Poco después, ambos se convirtieron en «novietes». Pero… aún no era su momento y la vida los llevó por diferentes derroteros hasta que, llegada la ocasión, «Robarle tiempo al tiempo» terminaría por obrar su magia después de casi 8 años sin verse.
¿Fue éste el comienzo de su historia? Sí… y no. Otro pequeño salto temporal nos sitúa en el interior de una autoescuela con David prendado (y embobado) de una chica rubia que acababa de entrar y con la que no llegó a cruzar palabra alguna. Pero la semilla quedó ahí plantada y Bárbara no supo en aquel momento, lo difícil que le resultó a aquel chico aprobar la autoescuela por su mera presencia.
Los años pasaron y, en la distancia, la vida les trajo un buen carro de experiencias de todo tipo; las heridas no fueron una excepción. Y como suele pasar, cuando menos lo esperamos y no lo buscamos, aparece frente a nosotros esa persona que provoca que todo encaje y cobre sentido de manera perfecta. Hasta las canciones se ponen de acuerdo para hablar de nosotros. Y nuestras heridas comienzan a cicatrizar y volvemos a creer…
Hemos regresado al presente y, pese a todo lo anterior, Bárbara y David saben que su reciente enlace solo es el punto de partida de su vida juntos. Pero también son conscientes de que mientras ambos sean soporte, paz y hogar para el otro, no habrá nada que pueda derrotarlos.